Estoy escribiendo este artículo desde el aeropuerto mientras espero el vuelo de salida porque voy a dictar algunos de mis talleres. A veces llego muy rápido al aeropuerto y tengo que esperar todo el tiempo que llegué adelantado más el retraso común de los despegues. Aunque uno tiene que esperar por muchos retrasos, con sólo llegar diez minutos después de la hora de anticipación se puede perder el vuelo, cosa que ya me ha sucedido. Por evitar esta situación tan desagradable, prefiero salir con tiempo de mi casa y esperar pacientemente en el aeropuerto lo que sea necesario. Hoy sin embargo, a pesar de todas mis previsiones, fue a buscarme un poco tarde el encargado de hacerme el traslado y además nos conseguimos con algunos inconvenientes en el camino que me hicieron perder el vuelo. Afortunadamente, conseguí en el siguiente, siete horas después, así que me devolví a mi casa y estuve un rato allí y regresé hace un momento al aeropuerto, ahora si con anticipación suficiente para escribir este artículo. No había podido escribir el correspondiente al mes de octubre porque no había tenido ocasión. De manera, que este incidente me ha permitido hacerlo.
En mis talleres siempre hago énfasis en la idea de que uno tome el control de su vida, sea proactivo, se plantee metas, se fije objetivos y supere sus creencias limitantes. Vengo trabajando este tema en mis talleres desde hace un tiempo. Hace unos años era algo novedoso para mucha gente, pero cada vez veo que son ideas que están bien extendidas e incluso han pasado al otro extremo: la idea de que podemos controlarlo TODO. Me preocupa que pueda haber distorsiones con estas ideas, que tengan efectos contrarios. Vamos a ver varios ejemplos para hacerme entender.
Días atrás escuche sin proponérmelo una conversación en la calle entre una madre y su hijo de alrededor de cinco años. El le preguntaba si podía hacer algo que no alcancé a escuchar. Algo así como si podía jugar con alguien cuando visitaran a no-se-quién. La madre contestó de una forma muy dramática: claro hijo, tu puedes lograr cualquier cosa que te propongas. Me pregunté que haría este niño cuando no salgan las cosas como el espera.
Hace poco en un taller que dictaba coloqué un video muy difundido de un entrenador de Futbol Americano que intenta revertir la tendencia de su equipo al fracaso y hace una demostración con uno de los líderes informales del grupo con los ojos vendados para ver como la realidad podía superar sus expectativas. Yo intervine al final para decir que muchas de nuestras creencias pueden limitarnos y que si bien había cosas que no podíamos controlar, tenemos más influencia en los acontecimientos de los que pensamos. Una participante intervino para decir que ella pensaba que realmente podíamos lograrlo TODO. Al cabo de un rato logré disuadirlos con algunos ejemplos de la vida cotidiana de que hay cosas sobre las cuales no tenemos un control directo.
En otro taller, tuve un participante que intervino en un momento dado en que se hablaba tangencialmente sobre este tema y dijo que el profesaba una fe religiosa determinada y se aseguraba de hacer las cosas con buena intención «porque Dios se encargaría de corregirlo todo» a su favor.
Sinceramente, me gusta pensar que es posible que lo podamos lograr TODO. Me reconozco en el fondo bastante romántico y de verdad simpatizo con esas ideas. Pero me pregunto cómo pueden manejarse algunas personas cuando las cosas no marchan como esperan o suponen que sea.
En un artículo anterior comenté un caso que plantea una famosa película llamada Amadeus, que trata sobre la vida del joven Mozart. Había un músico de la corte, músico de oficio, que trabajaba con mucha disciplina. Tuvo algunos logros y alguna reputación. Pero de pronto aparece el Gigante musical de Mozart para quien la composición y la ejecución musical era un juego dada su brillante genialidad. Pero este colega, lejos de sentir admiración o respeto, sintió envidia.
Hay una escena muy dramática de la película en la que este personaje habla con Dios y le dice que ha trabajado muy duro y lo menos que espera es su recompensa, que cómo va a ser posible que este joven sin esfuerzo logre más de lo que el alcanza con tanta dedicación. Entonces decide tomar la “justicia” en sus propias manos. A partir de allí, organiza una serie de intrigas para lograr sus propósitos, hasta sacar a Mozart del camino.
También me viene a la mente el caso del gerente general de una empresa que para lograr sus objetivos, logró los resultados creando costos hundidos que originaron un pasivo oculto que apareció tiempo después que éste se había ganado todos los premios y había sido promovido a otra operación.
El concepto de Locus de Control ha tenido bastante éxito en general. A todos nos gusta la idea de conseguir lo que queremos. Pero creo que el paradigma de la victoria puede conducir a excesos, sino es acompañado de una ética del comportamiento.
El locus de control es la percepción de una persona acerca de la fuente del control de los acontecimientos. Cuando se percibe que esta fuente es interna, se habla de locus de control interno o internalidad. Cuando se percibe que la fuente es externa se habla de locus de control externo o externalidad. Creo que es un concepto bastante difundido, pero lo aclaro para los que no lo conozcan.
Hay investigaciones que han demostrado que cuando hay percepción de control, es decir, cuando se percibe una relación entre la conducta y los resultados, hay mayor productividad, mayor salud, mayor vigor y a nivel acumulado de país, mayor producto interno bruto.
Pero es sano reconocer que hay eventos que escapan de nuestro control directo e inmediato. Stephen Covey lo llama pedagógicamente el principio 90-10. Poniendo números, dice que influimos sobre un 90 % de las cosas, pero el otro 10% no lo controlamos. Ello le sirve para definir lo que denomina el ámbito de preocupación y el ámbito de influencia.
Y es cierto que muchas veces nos distraemos con los elementos sobre los que no tenemos influencia y perdemos de vista aquellos sobre los que si. Covey lo transmite en forma muy clara porque fue discípulo de Victor Frankl, quien sufrió el holocausto e hizo énfasis en la necesidad de aceptar las cosas que no podemos controlar: podemos perder todas las libertades –dice-, pero lo que no nos pueden quitar es la posibilidad de elegir la forma de responder ante la situación.
El hecho de que se acepte lo inevitable, indudablemente que merma la ecuación conducta-resultado. Pero no hay razón para que esto tenga que disminuir nuestro sentido de autodeterminación.
Saber que hay cosas que no podemos controlar es lo que nos da humildad y respeto a la vida. Creo que pensar que podemos lograrlo todo puede conducir a extremismos, porque cuando la persona no logra lo que supone, puede irritarse y pasarle factura a los que le rodean, hacer daño con tal de conseguir sus propósitos, guiándose por este malentendido paradigma de la victoria.
Me sentí un poco contrariado cuando vi que el taxista no llegó a la hora. Estuve tentado a molestarme con el y reclamarle por llegar tarde y colocarme en esa situación. Sobre todo al llegar y saber que había perdido el vuelo, pensé llamarlo y reclamarle, notificarle a la línea para que lo sancionen. Me ayudó pensar que al fin y al cabo lograría el traslado de alguna otra forma y me tranquilizó cuando conseguí boleto en otra aerolínea aunque fuese mucho más tarde. Entonces decidí llamarlo y ofrecerla la oportunidad de que me devolviera a casa. Ya el se había ido y había adelantado bastante. No es el tipo de persona que se iba a sentir bien con esa situación. Además se trata de una persona bastante mayor. Creo que se sintió agradecido de darse vuelta y buscarme. También me trajo de regreso.
Decidí actuar de esta manera. No pude controlar mi salida en el vuelo escogido, pero pude decidir mi forma de responder ante la situación. Y decidí actuar calmadamente. Además, decidí “perdonar” y aceptar que esto pasa a veces. Este señor de más de setenta años, me comentó que nunca le había sucedido que su pasajero perdiera el vuelo, porque solía ser muy cumplido. Y no lo dudo. Tal vez en otro momento de mi vida hubiese reaccionado disgustándome y tomando algún tipo de represalia. Pero esta vez decidí responder de una forma diferente.
Esto es el locus causal. Es la percepción de lo que origina el propio comportamiento. Es un concepto que desarrolló Edward Decy, uno de los creadores de la teoría de la auto determinación y la motivación intrínseca. En sus investigaciones Decy y Ryan encontraron que hay personas que perciben que sus comportamientos se derivan de sí mismos, hay otros que perciben que sus comportamientos provienen de reacciones ante otras personas y otros más que consideran que su comportamiento obedece a factores fuera de control internos o externos. Según las investigaciones que realizaron, las personas con la percepción de que su comportamiento es producto de sus propias elecciones, logran un mayor desarrollo personal y satisfacción de sus necesidades más profundas.
A la final, todo se trata de tener claros los objetivos que se persiguen y que estos estén genuinamente vinculados con nuestras necesidades de desarrollo. Cuando estamos claros en nuestro propósito, no nos distraemos a gastar nuestros recursos en las cosas accesorias. Creo que fue Nietzche que dijo: dame un por qué, y seré capaz de soportar cualquier cómo.
[…] Lo que si podemos controlar es la forma en que nosotros podemos responder a las circunstancias. (https://excelenciapersonal.wordpress.com/2011/10/31/objetivos-claros/) Y todo comienza por la forma como conceptualizamos la realidad. Nuestra visión de las cosas es un […]
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[…] Es la misma técnica que uso Victor Frankl en el campo de concentración. He hablado de esto en otros artículos. Frankl es un psiquiatra que estuvo en un campo de la muerte y perdió a sus padres y a su esposa alli. Fue un sobreviviente del Holocausto. Pero no salió de allí perdiendo la esperanza en la humanidad o en un Dios. Por eso siempre me he interesado este caso particular de un nivel de sobrevivencia mayor, que no es solo fisico, sino que tambien es emocional y espiritual. Victor Frankl logró reconstruir su vida justo alrededor de su herida. Creó una técnica que llamó Logoterapia, para ayudar a la gente a encontrar sentido a sus vidas. Insistía en la importancia de la Aceptación de las cosas que no podemos cambiar y fuera de nuestro control (de alli sacó Covey la idea de ámbito de control y ámbito de preocupación, porque fue alumno suyo). Este tema también lo desarollo en objetivos-claros/. […]
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[…] https://excelenciapersonal.wordpress.com/2011/10/31/objetivos-claros/ […]
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