Hace un tiempo paseaba por un centro comercial y me llamó la atención una almohada especial. Como en ese entonces venía sufriendo ciertas molestias en el cuello me interesé por ella. La joven vendedora me “explicó” que esa almohada tenia memoria! Curioso, le pedí más explicaciones. Comentó que tenía algún material magnético que guardaba la información sobre el usuario. Me mostré bastante incrédulo sobre el asunto. Y eso ¿en qué ayudaba? Y ¿cómo es que se guardaba la información?
Hace unos meses fui a comprar unos zapatos de goma. Me atrajeron unos con una suela muy peculiar que se sienten bastante extraños en principio. Especiales para caminar y trotar. El joven que me atendió me dijo que me acostumbraría y que luego me llegarían a parecer extraños los zapatos planos comunes. Añadió que se trataba de una tecnología probada para la postura, para quemar calorías y ejercitar mejor las piernas. Y además… que la goma tenía memoria! No pude evitar preguntarle como era eso de la memoria. El me habló de que no sabía como lo lograban, pero que el zapato guardaba tu forma de caminar!! Bueno, no los compré por eso precisamente -pues me mantuve incrédulo al respecto igual que con la vendedora de almohadas-, lo hice porque me convencieron otros factores. Estos zapatos traían unas instrucciones y un DVD. Luego de revisar la información finalmente pude entender este tema de la memoria. Lo que realmente quiere decir es todo lo contrario de lo que estos chicos dijeron.
Muchos zapatos o almohadas, a fuerza del uso ceden su forma original por el peso y la presión, adoptando una forma particular. Incluso si alguien camina apoyando mucho las puntas, el talón o algún lado en especial, con el tiempo la suela del zapato lo va a revelar. Algo similar sucede con la almohada, que terminan por perder su forma original. Una forma de entender a la memoria es como una función que graba las experiencias. Así fue como lo entendieron los chicos vendedores: quizás oyeron o leyeron que estos materiales tenían memoria y pensaron que de alguna manera retenían la forma particular de uso de su propietario.
Pero la tecnología especial de estas gomas más modernas, lo que ofrecen, es todo lo contrario! Estos materiales ofrecen que se van a acoplar gentilmente al usuario, pero que luego van a recuperar su condición original, es decir, van a conservar una “memoria” de como eran originalmente, para volver a ser, digamos, como “cero kilómetros”. Esta es otra forma de entender a la memoria, como una capacidad de recuperar una condición original. Y este es justo el concepto de resiliencia. O sea, que esos zapatos y esas almohadas, están hechas de materiales Resilientes!
Según el enfoque de competencias, un sujeto con ciertas aptitudes iniciales, más desarrollo y experiencias, sumado a motivación, da como resultado un comportamiento que surge en forma espontánea ante ciertas situaciones. Esa capacidad de retener el efecto acumulativo de la experiencia, definitivamente nos interesa mantener. Esa es la memoria de la que hablaban los chicos vendedores.
Por otro lado, del estudio de situaciones traumáticas se ha puesto en evidencia que cuando se presentan experiencias “difíciles”, lo deseable es que la persona recupere su estado original de funcionamiento óptimo previo y no quede “marcado” negativamente por esa experiencia. Preferimos en estos casos, recuperar la condición previa y no ser moldeados por esas experiencias. Esta es la memoria de los materiales resilientes.
Definitivamente, que este tema de la “memoria” tiene dos caras, puesto que por una parte nos interesa dejarnos moldear por las experiencias constructivas, pero por otra parte, no queremos ser vulnerables a experiencias que no lo son tanto. Sin embargo, el cerebro almacena ambas, las que son más constructivas y las que no lo son. Nuestras fortalezas personales así como nuestras áreas mas disfuncionales, son ambas producto de sinapsis que funcionan bajo la ley de repetición de Webb formando Potenciales de Largo Plazo (LTP), sin distinguir si son experiencias constructivas o no.
Hay estudios que demuestran que el cerebro es capaz de sinaptoplasticidad, es decir, que somos capaces de cambiar, que las sinapsis pueden rehacerse. Esto se ha demostrado en personas que pierden un miembro o un sentido y recuperan sus funciones con los restantes. O como recuperación de un ACV que daña un área específica y una función determinada. A pesar de ello, sin embargo, hay comportamientos que muestran una gran resistencia al cambio. Que muestran una fuerte tendencia a la recaída.
En los problemas psicológicos más agudos, como es el caso de la depresión, las fobias o el manejo de la ira, se ha observado esta tendencia refractaria y resistente. También en malos hábitos y problemas de carácter. Se han probado técnicas que ayudan a enfrentar estas situaciones, pero no se ha logrado del todo la cura radical de las mismas.
En el caso de la depresión hubo un gran avance con el tratamiento farmacológico en un momento dado. Sin embargo, con el tiempo se ha demostrado que este tratamiento no es inmune a las recaídas. Las recaídas son un hecho comprobado y pueden producir resultados mortales! Su uso es más efectivo si se combina con la terapia cognitiva, que busca modificar los hábitos de pensamiento.
Esto funciona un poco como el tema de las dietas. La gente hace una dieta. Rebaja 10 kilos. Y luego vuelve a comer como antes. Al poco tiempo es posible que gane más kilos de los que perdió. Igual pasa con el cigarrillo. Una persona deja de fumar 10 años. Un día se fumó un cigarrito en una fiesta, porque pensó que ya después de tanto tiempo había logrado “dominarlo”. Al cabo de unos meses de fumarse uno que otro, termina por recuperar sus niveles de consumo previos a cuando lo dejó. Igual pasa con el alcoholismo. Por eso en AA usan un método en el que reconocen que nunca dejan de ser alcohólicos. Y se comprometen sabiamente a no tomar la primera copa.
Esto también explica por que cuando las parejas discuten, salen a relucir problemas viejos que parecían ya superados. El evento es capaz de activar todo un síndrome que se va alimentando paulatinamente con pocas dosis año tras año. Viajes, placeres y nuevas experiencias, compensan las crisis. Pero una vez aparecida una nueva dificultad, se despierta nuevamente todo un mounstruo que parecía superado, pero que realmente solo reposaba en silencio.
Es decir que muchas veces, los eventos de la vida van obrando sobre nosotros de tal modo que “olvidamos” la condición original de bienestar y valor propio que tuvimos previamente, amoldándonos a las experiencias erosivas. Como sucede con el cuerpo físico cuando está sometido a una postura por muchas horas, que se llega a perder la «memoria» de cuál era la postura correcta.
Si una persona ha tenido incidentes fuertes de tristeza, desesperación o rabia, esto quedó marcado en sus sinapsis (redes entre las celulas nerviosas en el cerebro). Las investigaciones sobre depresión han puesto en evidencia que en una persona que tuvo un episodio depresivo en un momento dado, fue convenientemente tratado y tuvo una remisión (superó exitosamente el evento), la probabilidad de tener un segundo episodio es mucho mayor que quien nunca tuvo uno. Si esta persona llegara a tener un segundo episodio la probabilidad de ocurrencia de un tercero es mucho mayor todavía y así sucesivamente. Esto quiere decir que la frecuencia de los episodios aumentan la probabilidad de las recaídas. A su vez, las recaidas subsiguientes tienden a tener una mayor intensidad independientemente de la magnitud del evento, hasta llegar a un punto en que se desencadenan episodios depresivos intensos debido a un estímulo poco significativo. En el extremo, incluso, podría llegar a activarse espontáneamente!
Me parece que las implicaciones de esto son muy serias para nuestra vida práctica de los seres normales, puesto que nuestros cerebros funcionan igual. Y lo que pienso es que en la medida que las situaciones de la vida ofrezcan cada vez más eventos que producen tristeza, frustración o temor, esto podría ir dejando huellas en nuestros cerebros, haciéndonos más vulnerables a los eventos disparadores, a menos que hagamos algo al respecto.
La Resiliencia psicológica se trata de como superamos las situaciones difíciles una vez ocurridas, pero por otra parte, también depende de lo que hacemos para afrontar las dificultades justo mientras las enfrentamos.
Lo difícil de cambiar es la forma de pensar y sentir justo en el momento que nos enfrentamos a la situación adversa. Es decir, una persona puede ser muy optimista y pensar muy positivamente en general. Pero cuando recibe un «golpe bajo» de la vida, se consideraría con justificación para entregarse a emociones negativas. Pero justo en ese preciso momento es cuando hay una gran oportunidad de modificar el patrón de respuesta. Allí, donde actúa la ley de repetición, es donde está la oportunidad de modificar el patrón reactivo de pensamiento-emoción-acción. Si ante los eventos que nos trae la vida, aparecen eventos que disparan la tristeza, por ejemplo, y nos entregamos “justificadamente” a ella, estaríamos permitiendo que tome fuerza este patrón asociativo en nuestro cerebro. Nuevos eventos disparadores de tristeza van a activar estos circuitos ya instalados cada vez con mayor intensidad, aunque ellos sean cada vez de menor importancia. De manera que con el tiempo, tal vez no lleguemos a la depresión como tal, pero podríamos llegar a ser tristezocólicos.
Y asi con otras emociones! Tal vez no lleguemos a un caso grave de manejo de la ira, pero si a rabiosocólicos. Y así podemos llegar a ser resentidocólicos, amargocólicos, quejocólicos, asustadisocólicos o cosas así. En general, emocionocólicos, es decir, adictos a las emociones.
Lo peor, es que mientras más vulnerable se hace la persona a cierto tipo de emociones y eventos disparadores, parecen conspirar los acontecimientos del entorno de manera tal que cada vez parecen suceder más eventos de miedo al asustadisocólico, más eventos de frustración al quejocólico, más heridas para el resentidocólico, más disgustos para el amargocólico y más pérdidas para el tristezocólico. Los científicos dicen que baja el umbral neurobiológico para producir la respuesta asociativa y el organismo entra en un estado de «cacería» del estímulo disparador.
Llegados a un punto donde hemos aprendido e internalizado un patrón de respuesta frente a cierto tipo de eventos, cambiar el contexto no sería la solución. Irse a otro país, a otra organización, a otra ciudad, o con otra pareja, no va a resolver el problema de raíz. Aunque refrescar o modificar la situación puede que ayude durante un tiempo, tarde o temprano, cuando vuelvan a aparecer los eventos disparadores, se activará nuevamente el patrón de respuesta previamente aprendido. Porque esté patrón «está» dentro de la persona, llega a formar parte de su «sistema operativo». Visto así, podemos decir que el entorno inmediato actúa como una especie de espejo del problema que tenemos que resolver cada uno de nosotros dentro de nosotros mismos.
Con base a lo anterior, es importante tener presente que si en nuestra vida comenzamos a experimentar ciertos eventos afectivos en forma repetida (emociones y estados de ánimo), sería útil tomar esto como una alerta de que debemos voltear la mirada hacia nuestro propio funcionamiento, hacia la forma como interpretamos las cosas, como sentimos y como actuamos, para aumentar nuestro auto conocimiento y desmontar cualquier patrón disfuncional que hayamos aprendido mediante un programa de cambio personal.
Se ha demostrado que cuando hay un evento que produce tristeza, por ejemplo, la persona que no ha tenido episodios de depresión, lo supera rápidamente. Sin embargo, para la persona que si los ha tenido puede ser el disparador de su patrón depresivo. El secreto estaría en «disolver» el patrón estimulo-pensamiento-emoción-comportamiento.
Cada uno de nosotros debe preguntarse a cuáles emociones es más vulnerable. Que tipo de eventos se repiten una y otra vez. Que tipo de personas e historias nos rodean. Esto nos va a permitir identificar dónde tenemos que sacar “músculo” emocional, es decir, la capacidad de no dejarnos afectar por estas situaciones e impedir a que conformen un episodio psicológico. Adicionalmente, sería recomendable en la medida de lo posible contar con una relación de ayuda que nos acompañe en este proceso reflexivo.
En la literatura sobre estrés se han identificado como más efectivas las estrategias de afrontamiento que se caracterizan por el engagement con la situación. Es decir, no es recomendable restar importancia o desconocer la realidad de los eventos y circunstancias. Cualquier técnica que usemos debe garantizar la realidad de las dificultades. Hay dificultades reales que tenemos que resolver. Pero no las vamos a resolver pensando en exceso, entristeciéndonos, disgustándonos, rompiendo relaciones o abandonándolo todo.
El problema del alcohólico no es que haya licor o fiestas. Su problema es no tomar una copa más. Nuestro problema como emocionocólicos del tipo particular que cada uno lo sea, es no tomar una copa más de esa emoción. Pero las situaciones e incidentes que nos presenta la vida, muchas veces escapan de nuestro control inmediato. Lo que si podemos controlar, es a nosotros, a nuestra respuesta ante el incidente.
Para disminuir progresivamente nuestra sensibilidad a eventos ante los cuales tenemos vulnerabilidad, el primer paso parte del reconocimiento de esa vulnerabilidad emocional particular. Luego, identificar los eventos disparadores. Luego, identificar las ideas y emociones que produce, así como las reacciones que se activan en el cuerpo. Este sería una respuesta emocional crítica ante la cual debemos tomar medidas especiales.
Al experimentar la respuesta emocional crítica, una técnica consiste en hacer un trabajo sistemático para diferenciarnos, descentrarnos, desapegarnos o separarnos de estas ideas, emociones, sentimientos y reacciones corporales. Ni siquiera en controlarlas o modificarlas. Sino en darles la bienvenida amable, observarlas como un espectador y reconocernos como separados de ellas (mindful awareness).
Una de las cosas más difíciles es poner en práctica esto cuando estamos “al calor de los acontecimientos”, es decir, cuando experimentamos la situación particular ante la cual somos vulnerables. En ese momento se nos olvidan nuestros propósitos y nos identificamos en forma automática con los efectos que tiene la situación en nosotros, experimentando nuevamente un episodio psicológico.
Nuestro trabajo consiste en tomar conciencia de que nosotros no somos nuestros pensamientos, ni somos nuestras emociones, como dice por cierto el personaje llamado Sócrates en la historia de Dan Milman, El Guerrero Pacífico. Aunque esto no es fácil de llevar a la práctica, su ejercicio continuado permitirá soportar progresivamente la intensidad del evento para mirarlo como un observador (Witnesing).
Tal vez la primera vez caigamos presa de el nuevamente y nos demos cuenta días después. Lo importante es persistir en nuestro propósito de transformación personal. Luego nos daremos cuenta al segundo día. Luego al día siguiente. Luego en la tarde, luego a las dos horas. Y así vamos logrando un trabajo continuo y sistemático de Ser conscientes, de «estirar» el tiempo y ver la situación más en cámara lenta, para romper el patrón reactivo. Ir más allá de nuestros pensamientos y emociones, implica ejercitarnos en el arte del metapensamiento y del metahumor, adquiriendo una nueva forma de relacionamos con nosotros mismos.
Más allá de los eventos y las circunstancias, de las impresiones que estos causan en nuestros pensamientos y emociones, dejando luego huella en nuestro cuerpo físico, hay una dimensión de nosotros que vamos a ir despertando. Es como activar una memoria que nos permita recuperar nuestra condición original previa a los episodios que nos han marcado.
La vida nos trae situaciones que pueden producir respuestas emocionales capaces de disparar episodios psicológicos desagradables una y otra vez. Queda de nuestra parte usar día a día nuestro “músculo emocional” y realizar un trabajo que nos permita fortalecernos internamente y desarrollar bienestar y auto estima de forma que cada vez seamos menos dependiente de las circunstancias.
Este es un link de un artículo relacionado, que trata del manejo de estados de ánimo negativos y el aprendizaje del optimismo: http://www.mindtools.com/pages/article/abc.htm#np
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Hace poco vi una pelicula llamada Kung Fu Panda II. Justo acababa de escribir el artículo y me pareció que mostraba algunas de las cosas que «hablo» en este artículo. El personaje principal, un guerrero, le toca escalar un nuevo peldaño en su proceso de desarrollo: adquirir la paz interior. Sin embargo, es facil tener paz cuando no hay nada que la perturbe!! El verdadero desafío definitivamente está en adquirirla cuando más difícil se nos hace, lo que reafirma el dicho «mientras mas grande es la dificultad, es la recompensa».
El personaje debe encarar heridas de su niñez, que no fueron procesadas debidamente en su momento. En un lenguaje técnico, tuvieron un procesamiento incompleto, sólo sub cortical, Esto representó una «herida», es decir, una falta de entendimiento y de integración. Al mantenerse fragmentada, hacía vulnerable al Guerrero.
Su reto fue sanar esta herida y adquirir entendimiento e integración y aceptación de la experiencia, para poder entonces alcanzar la paz interior.
La paz interior queda representada como una visión más pausada de las cosas, y no en «cámara rápida» lo que permite tener una atención más abierta a la experiencia sensorial del aqui y ahora, haciendo al Guerrero menos vulnerable a los ataques de su oponente.
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Gracias por este artículo, es muy interesante.Saludos!
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Gracias por tu comentario!
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[…] aprendido. Es decir, un hábito. Sobre esto escribí en un artículo el año pasado que llamé desarrollando-el-musculo-emocional/ e hice referencia al “tristezocólico” (con inclinación a la depresión) o al […]
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[…] aprendido. Es decir, un hábito. Sobre esto escribí en un artículo el año pasado que llamé desarrollando-el-musculo-emocional/ e hice referencia al “tristezocólico” (con inclinación a la depresión) o al […]
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Recibí un mensaje a mi email personal de una lectora que transcribo a continuación. Gracias por su mensaje estimulante!
Hola sólo para decirte que me encanta que haya gente como tu que quiera ayudar a personas.
Empecé leyendo: desarrollando el músculo emocional y espero leer más ensayos.
Buen día.
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Reblogueó esto en Excelencia Personaly comentado:
Recibí un mensaje a mi email personal de una lectora que le resultó útil este artículo y se me ocurrió compartirlo nuevamente con todos los lectores.
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