Estos días ha habido un ambiente un tanto extraño, no sólo desde el punto de vista climatológico, sino también en el sentido psicológico. He chequeado esto con amigos, colegas y clientes, muchos de los cuales me han confirmado esta apreciación. En las empresas, como siempre, las cosas marchan a mil por hora, con más cosas de las que se puede hacer. Pero en la calle en general, hay una situación muy diferente, un ambiente muy particular, más que por eventos externos creo que es debido a que muchos estamos viviendo transiciones en más de un ámbito de nuestras vidas.
La vida es una continua transición sin lugar a dudas, aunque los seres humanos tendemos a construir estructuras que nos ayuden a sobrellevarla. Una estructura muy general que nos abarca a todos es el marco histórico en el que vivimos, con sus paradigmas, formas de vida y soluciones. Luego cada continente y cada sociedad en particular con sus propias peculiaridades y desafíos particulares, peligros, amenazas, temores y promesas. Lo cual no deja de ser cierto para los grupos de referencia en que nos desenvolvemos -organizacionales o sociales, nuestro grupo familiar y nuestra vida personal misma, con sus propias etapas, prioridades, problemas y necesidades particulares, cada uno de estos son marcos que nos ofrecen pautas de interpretación y acción.
De manera que aunque la vida en esencia es un constante fluir en el que pareciera que corremos tras el viento, tenemos una natural tendencia a afanarnos a estructuras que nos den estabilidad y nos ayuden a calmarnos dentro de la gran complejidad y frente a los misterios de la vida.
Don Ortega y Gasset, comenta en su libro En torno a Galileo que es propio de toda transición histórica, que las ideas, creencias, paradigmas, expectativas y como consecuencia, los hechos, es decir, las actuaciones, comportamientos, sucesos e instituciones, que antes fueron verdades indiscutibles que proporionaron un piso a toda una era, sufran un cambio radical, que es inimaginable previamente. Pero mientras no aparecen en forma clara las nuevas ideas y hechos, con sus instituciones y estilo de vida, lo anterior es lo único que apenas sirve como salvavidas en un mar de incertidumbre.
Aunque esto está dicho para las transiciones históricas, bien es extrapolable a cualquier tipo de ámbito, sea social, profesional, familiar o más privado. En una transición, las estructuras, ideologías, creencias, paradigmas y patrones propios de ese ámbito, no ofrecen un piso seguro, coexisten viejas versiones con las nuevas, hay contradicciones, incoherencias, no se sabe hasta donde confiar o creer.
Ninguna transición es cómoda por naturaleza. Es posible que tengamos algunas ideas de avanzada que nos permitan avizorar el terreno firme por venir, pero si nuestra circunstancia inmediata no nos ofrece un piso seguro, todo parece tambalearse hay riesgo de que entremos en modo de emergencia. Mucho más aún si coinciden, cuál alineamiento planetario que amenazara modificar el eje de la tierra, transiciones a varios niveles.
A cualquiera que le coincidan transiciones en más de dos ámbitos, es normal que se le “mueva el piso”. Ahora bien, como generación ya llevamos una, que es propia de una transición de Era. Es muy probable que esta comenzara en 1917 y se extienda hasta el 2070, aunque para algunos futuristas ya a partir del 2040 habrá un punto de inflexión en la tecnología parecido a lo que los Físicos conocen como Singularidad. En muchos países, entre ellos Venezuela, se experimenta adicionalmente una transición nacional. De tal forma que en estas latitudes, cualquiera que experimente una transición adicional ya se le coloca el semáforo en amarillo.
El que se enfrenta a una transición, sea colectividad, nación, organización, familia o individuo, debe descubrir ese mundo nuevo y mientras lo construye, vivir la sensación incómoda del previo que se va desmoronando. Ortega y Gasset, que se hizo famoso por la frase: “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”, plantea en su libro Alteridad y Ensimismamiento que el ser humano convive en dos mundos en forma simultánea: un mundo interno y un mundo externo de circunstancias.
Cuando la persona puede reconocerse en el mundo de las circunstancias y permanecer conectado con su ser interior, experimenta una sensación de confort y familiaridad. Esto sucede cuando ve en el mundo de las circunstancias algo de si mismo, un signo que le permite recordar que el es un co creador de ese mundo y que, por tanto allí tiene cabida su mundo interno, por lo que se siente en el mundo de las circunstancias como en su casa.
Pero hay otras ocasiones en cambio en que la persona se haya inmersa en un mundo de circunstancia que le resulta extraño y ajeno, en el que se siente como en exilio, como un naufrago, como perdido o, como escuché a un personaje de un film, como viviendo el sueño de otro. Este estado, Ortega y Gasset lo llama de Alteración, porque Alter, significa Otro, entonces lo que sucede es que la persona no reconoce al mundo como propio, sino como de otro diferente a él.
La única salida a la Alteración, es centrarse nuevamente, buscar dentro de sí, dice Ortega y Gasset. Y a esto lo llama Ensimismamiento, que consiste en que la persona va a ir a su mundo interno para comprenderlo mejor y entonces prepararse para un retorno al mundo externo, pero esta vez con una nueva acción deliberada, planificada y enérgica, con la finalidad de modificar las circunstancias de forma tal que se pueda encontrar en ellas más a gusto.
Está búsqueda dentro de nosotros, dentro de nuestra propia esencia, implica precisar la visión que tenemos de la vida en general y del propósito de la nuestra en particular, replantearnos objetivos y metas, redefinir prioridades, confirmar nuestros principios y valores, e identificar en qué nos hemos alejado de lo que nos resulta esencial para poder rectificar el rumbo.
Sin embargo, hay que cuidar que esta retirada transitoria para “cargar las baterías” valga la pena y no sea en vano, que cumpla con su propósito de renovación y no que se vayan a empeorar las cosas. El cuidado que hay que tener consiste en usar la energía de forma disciplinada y enfocada para hacer el trabajo que nos toca hacer en ese momento, asegurando que no sea malgastada, distraída, distorsionada y perdida. Salirse de este foco es equivalente a alguien que solicita un préstamo para emprender un proyecto muy importante y cuando se lo otorgan distrae los recursos y despilfarra buena parte del dinero de forma que coloca en amenaza el éxito de su plan original.
Tomando como referencia las investigaciones sobre ajuste y adaptación de Lazarus y Folkes, miré en las respuestas consideradas disfuncionales en momentos de gran tensión y en función de ellas identifico los principales desafíos a mi modo de ver que están planteados.
Un primer desafío, consiste en mantener los pies en la tierra, mantenerse firme y lúcido. Problemas en lograr esto compromete reacciones, algunas muy delicadas que requieren intervención urgente de profesionales. Pero hay otras reacciones más sutiles, que pueden pasar desapercibidas. Es importante cuidarse de ideas extrañas que resten importancia a las situaciones y problemas que se deben enfrentar o que sean extremadamente creativas y hagan a la persona pensar que es poseedora de una verdad que casi nadie más conoce.
Un segundo desafío consiste en mantener la serenidad necesaria para garantizar el uso óptimo de las facultades personales. Esto requiere de un dominio en la esfera de la regulación emocional que permita mantenerse en estado de reflexión y no en modo de emergencia. Vivir una transición puede activar una respuesta que derive en lo que algunos autores han llamado El Síndrome de Sacrificio, donde la persona termina languideciendo y disminuyéndose primero, y luego cayendo presa de enfermedades hasta su muerte temprana. Esto lo he analizado en artículos previos.
Un tercer desafío consiste en no traicionar los estándares pactados previamente, con nosotros mismos y con los demás, no vaya a ser que bajo el justificativo de estar sometido a una situación especial se considere la persona con licencia para su violación. La transición como vimos antes acarrea mucha presión y en ella se disminuyen considerablemente las posibilidades de confort y placer. Entonces puede haber un fuerte impulso por sacar la presión afuera sin la contención adecuada y/o a obtener gratificaciones inmediatas en un intento de tomar energía adicional.
Esto incluye un amplio rango de comportamientos que no son recomendables en condiciones normales, pero mucho menos en situaciones de transición, tales como falsear, no admitir errores, ser deshonesto, tomar cosas ajenas, hacerse la vista gorda ante comportamientos reprochables, no honrar compromisos o promesas, buscar excusas ante el propio incumplimiento, ser desorganizado, ser descuidado, no rendir cuentas claras, terquedad, obstinación, rigidez, mentir, despotricar, discutir, quejarse, culpar a otros, reprochar, actuar en forma vengativa, irrespetar, humillar, herir, abusar, actuar con cinismo, actuar en forma pendenciera, ser agresivo y hostil. Hay otra reacción muy común e imperceptible que pueden colarse en la vida muy fácilmente, que consiste en revivir con personajes de nuestro entorno procesos propios o encarnar personajes y papeles sin darnos cuenta, cayendo en pautas de interacción repetitivas a nivel individual o generacional. Otra también muy difundida y que pasa desapercibida, consiste en diversas formas de evasión, irresponsabilidad y escapismo, en la búsqueda de gratificación inmediata, cruzando la delgada línea más allá del entretenimiento sano y aceptable. No me detengo en esto porque no es el objeto del artículo, pero aquí hay “mucha tela que cortar” y lo dejo a la revisión posterior del lector
Un cuarto desafío implica esperar el momento oportuno en el que ya hayamos sanado y tengamos un plan bien concebido para retomar nuestro esfuerzo por hacer del mundo externo algo más cercano al producto de nuestra reflexión. En este desafío es importante tener paciencia y controlar la impulsividad y la rebeldía, para actuar en el timming adecuado. Esto lo he tratado también en otros artículos previos.
En resumen y ya para terminar: si nos encontramos como extraños en el mundo en un momento dado, no hay por que asustarse, es parte de una o varias transiciones. Es una oportunidad de que trabajemos en nuestro mundo interno para ver que queremos rescatar y conservar, que actualizar y que de nuestro rumbo corregir. Esto implica, una relativa retirada para reflexionar y reconectar con nuestra esencia interna, para reorganizar nuestra aproximación al mundo con una nueva determinación. Pero tenemos que asegurarnos mientras nos enfocamos en ese trabajo, de no distraer, malgastar y perder nuestra energía, porque esto podría empeorar las cosas. Luego, hay que tener humildad y paciencia para esperar el momento apropiado para nuestro nuevo intento. Cuando sea el momento, hay que asegurarse de ser impecables en la ejecución y no darnos el lujo de ninguna equivocación, actuando con determinación y entrega total.
… «el tiempo justo de d-s»…cuestiono el instante de luz , apacible y sereno…que suele escapar de mi discernimiento…¿como distinguir ese instante?…¿cual seria la señal, para ese momento?…¿lo deje escapar?…y la rutina de la urbe bloquea nuestros sentidos….
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[…] en situaciones borde como las que se viven en Venezuela, y tambien a nivel mundial (https://excelenciapersonal.wordpress.com/2011/05/20/estado-del-tiempo%e2%80%9d/) tenemos una oportunidad increíble desde el punto de vista de la investigación, porque podemos […]
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[…] https://excelenciapersonal.wordpress.com/2011/05/20/estado-del-tiempo%e2%80%9d/ […]
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Reblogueó esto en Excelencia Personaly comentado:
Reblogeo este post que publiqué en el 2011, pero que puede ser útil en los actuales momentos.
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Muy interesante el post. Parace que es bastante universal e intemporal. Yo lo siento ahora con mis ninos que crecen tan rapido y que traen a «mi mundo» tantas cosas nuevas que a veces cansa … y a la vez me hace pensar que hay tantas cosas de mi munod que ellos no llegaran nunca a experimentar …. es dificil aceptarlo y tener la fortaleza para adaptarse … muchas gracias por compartirlo.
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Así es, gracias por compartir tus comentarios. Ya tenemos viviendo cambios incrementales desde hace 400 años, pero lo que se avecina va más allá de esto….
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Buenas lineas.
Como bien dice el articulo la transición va mas allá de la frontera personal y el parámetro del tiempo. La transición es el motor de la vida y por eso hay que aprender a vivir con ella para evolucionar por dentro y por fuera.
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Gracias por compartir…
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